lunes, 2 de diciembre de 2013

Cierro una puerta, toca mirar al futuro

Hoy he tomado una decisión complicada. Cierro una puerta. Espero que se abran otras. Casi hace seis meses que comencé un proyecto ilusionante, LC Comunicación, que seguirá sus pasos sin mi presencia, aunque sí con mi corazón. Lourdes Rojí lo sabe. Siempre estaré cerca, por si me necesita.
No era mi momento, tendrán que llegar otros momentos.

A veces se toman decisiones complicadas con un sabor agridulce. Atrás dejo días de trabajo preparando web, eligiendo nombre, preparando encuentros con potenciales clientes. Atrás dejo risas y confidencias, algunas no tan laborales, pero todas con el mismo denominador común, la sonrisa. Ése ha sido el mejor ingrediente de este trabajo, sin duda.

¿Y ahora qué? Pues ahora a seguir luchando. En un entorno laboral nada grato para los periodistas hay que seguir peleando. En un ámbito en el que los cambios se suceden con tanta vertiginosidad no hay lugar para las siestas, así que hay que pelear. Y eso pienso hacer. Formación y optimismo.

Mil gracias a todos los que os habéis interesado por este pequeño paseo por el mundo emprendedor y gracias a los técnicos del CADE,, siempre pendientes de cada detalle.

viernes, 20 de septiembre de 2013

Me parte el alma verte sin verte

Te echo de menos. No hace falta que se cumplan años desde que te fuiste. Te echo de menos todos los días. Te recuerdo. Ayer salieron del armario dos jerséis tuyos. Tan grandes... como tú eras. Grande en todo, sobre todo de corazón. Y te echo de menos. Egoístamente te echo más de menos cuando, por una u otra cosa, estoy triste. Me acuerdo que te charlaba de tantas cosas que al final las liabas todas. Y yo echo tanto de menos que me preguntes quién es la madre de tal amiga, o quién es la que está separada y con quién sale mi otra amiga. Yo echo de menos ver contigo una película a ´trompicones´ por tus continuas preguntas. Te echo de menos. Y hoy más. Hoy porque sí. Porque parece que te veo y me parte el alma no verte.

martes, 16 de abril de 2013

A ti

A ti, que pones todas tus ilusiones, que tienes tantos proyectos, que te esfuerzas, que abres puertas cuando otras se cierran. A ti, que andas casi sin pisar el suelo, que solo hablas cuando tienes algo importante que decir. Que sabes escuchar, mirar, comprender. A ti que, a pesar de los pesares, dedicas sonrisas, miras al futuro con ganas de comértelo y sigues luchando.
A ti, que siempre tienes un consejo sabio que dar cuando te lo piden, que sabes callar cuando es el momento del silencio. Que has aprendido tanto, tanto tú solo. Que has elegido un camino y te mantienes en él. Todo lo haces con profesionalidad, aunque muchos no lo aprecien.
A ti, que sabes coger papel y boli y poner el mundo del revés, que te revelas ante las injusticias sin miedos. Que te acercas e interesas por el que nadie ve y escuchas al que nadie oye. Que ves más allá de los estereotipos. Un luchador al que le llegarán buenas oportunidades porque te las mereces.
Alguien que no cesa en su empeño, que sigue formándose a pesar del panorama, que compagina su vida personal, profesional, familiar y sus estudios. Tú, tienes que tener tu recompensa porque te lo mereces.
Por eso no puedes desistir en tu empeño. Tienes que seguir luchado aunque las fuerzas flaqueen. Tienes que seguir perseverante, positivo. Mirando a los ojos a aquellos que no quieren verte, a los que, consciente o inconscientemente, te han hecho la vida más complicada. Vales mucho, lo sabes. ¿Por qué no decirlo? Es la verdad. Vales mucho más que algunos que, escogidos a dedo, no te llegan a la suela del zapato.
Tengo plena confianza en ti y sé que pronto cambiará la suerte. Son muchos los que, como tú, como yo, seguimos luchando. Buscando puertas que se abran, cuando otras nos las cierran en las narices. Hoy estamos aquí, mañana estaremos en el otro lado. Sigue así, fuerte, positivo, perseverante. Con trabajo, esfuerzo y humildad, esa que muchos olvidan, recorreremos nuestro camino.

lunes, 18 de marzo de 2013

Trece años sin ti

Recuerdo que me preparaba para ir al instituto por la tarde, en Safa teníamos que ir algunos días por la tarde. Tú, te levantabas de la siesta, charlabas con mamá mientras me pedías que te rascara la espalda. “Me voy en taxi, ¿te dejo en el colegio?” - “No da igual, yo me voy andando”. Cuánto te quería y te quiero. Recuerdo, vagamente, que te hice algún cariño. Los que me conocen, saben que soy muy pegajosa, antes más que ahora.
Esa fue la última vez que hablé contigo, que te vi vital. Esa fue la última vez que me miraste con esos ojos que hablaban, esos ojos, un poco triste por los palos que te había dado la vida y la gente. Gente en la que confiaste, ayudaste y que te dieron, nos dieron la espalda.
Esa fue la última vez, y aún tengo ganas de gritarle al destino, a Dios o a quien decidiera que tus días ya se habían acabado. Contigo se fue parte de la familia, parte de nosotros. Tú nos hacías diferentes, especiales con tus cosas, tus ocurrencias.
Eras único, y los que te conocieron saben que esa afirmación no es una frase hecha sin más. Quién si no tú se iba a disfrazar de Guardia Civil el día de los inocentes para gastar bromas. Sin duda, eras único.
Contigo se marcharon risas, confidencias, charlas, esos secretos que te contaba dejándote claro que no se lo dijeras a mamá. Tu retoño, como me llamabas, tuvo que madurar antes de tiempo, por culpa del destino, de Dios, de quien decidiera que tus días ya estaban cumplidos entre nosotros. Y sigo enfadándome porque no me viste aprobar Selectividad, ni el carné del coche, ni me viste el día que me gradué de Periodismo. No me viste casarme y no has conocido a tus nietos. Te echo de menos, como el primer día que te fuiste. Te echo de menos. Eugenio Lojo Robles, El Gordo, buena gente. Allá donde estés, seguro que haces más feliz a los que están a tu lado, quizás por eso Dios decidió llevarte con él, para que animaras un poco el cielo.
Eras especial y especiales somos nosotros, gracias a ti, que nos enseñaste a ser buenas personas.

lunes, 11 de marzo de 2013

A los profesionales de la Sanidad

De nuevo tengo que dar las gracias. Son tantas las veces que tenemos que dar las gracias a pesar de que, en muchas ocasiones, no nos demos cuenta. En este caso, le doy las gracias al personal de urgencias pediátrica del Hospital Puerta del Mar de Cádiz. Asustada, llegué con mi pequeño, con mucha fiebre. Llegas desorientada con muchas preguntas y deseando que alguien cure a tu hijo. Y allí están ellos. “No te preocupes mami”. Para ellos, todas somos “mami”, con ese cariño y cercanía se dirigen a todas las madres. Tan solo, gracias a Dios, tuvimos que pasar una noche en observación. El causante de la fiebre, un virus, que ya ha desaparecido.
Durante las horas que pasé en urgencias pediátrica me sentí arropada, cuidada y comprobé que mi niño estaba en buenas manos. Una enfermera se pasó toda la noche mirando a cada pequeño, preocupándose de las madres, de nuestra comodidad. Incluso, nos ayudó, una a una, a colocar bien el sillón para descansar mejor. Sí, es su trabajo, pueden pensar muchos. Pero hay tantas formas de realizar el trabajo. Ven semanalmente a cientos de madres y niños y para todos tienen sonrisas guardadas. “Mami, ¿necesitas algo más?”. Esta pregunta la realizaban a cada momento.
Pues por eso quiero darles las gracias, porque, a pesar del miedo que tenía, consiguieron tranquilizarme. No recuerdan mi nombre ni el de mi niño, para ellos soy “mami” pero no una mami más, para ellos, cada niño que ingresa es lo más importante, cada madre y padre asustado, es motivo de charlar con ellos, de dirigirles unas palabras para tranquilizarlos. Por eso os doy las gracias, por vuestra entrega, profesionalidad, por vuestra vocación.
Gracias por haber escogido esa profesión tan difícil en la que la entrega es total, tanto mentalmente como físicamente. Gracias por vuestra amabilidad, por vuestras miradas de complicidad y por atenderme cada vez que hice sonar el timbre y más. Muchas gracias.

lunes, 25 de febrero de 2013

Mujer sin más

No, no me siento identificada con el Día de la mujer trabajadora. No creo que sea un día que tengamos que celebrar. Así lo siento yo. Creo que todas, nuestras madres, nuestras abuelas, todas han sido mujeres trabajadoras. Ya sea dentro de casa o fuera de ella. Trabajadoras como trabajadores han sido ellos, nuestros padres, nuestros abuelos. Ya sea dentro o fuera de casa, todos han trabajado para sacar a la familia adelante.
Tampoco me gusta nada esa manía que hay ahora de escribir terminando todas las palabras en femenino y masculino. Por lo menos, tan solo es una moda que se ha instaurado al escribir. Mucho peor sería que además se hablase también realizando las dos terminaciones. Me parece horrible.
Creo que tampoco hay que complicar tanto el asunto. Únicamente debemos conocer la historia. Entender que a lo largo de los siglos han existido tanto hombres como mujeres que han sido relevantes.
Cuanto más nos empeñemos en querer borrar diferencias, más grandes las haremos porque estaremos afirmando que existe una diferencia. Simplemente somos personas y todas, independientemente de nuestro sexo, religión, raza, creencias, nos merecemos todo el respeto.
Ahí comienza la base de la convivencia social. Hay que saber respetar, admitir al resto de personas, ser cívicos y saber ponerse en el lugar del otro. La buena educación es la base de todo. Con ella, sobra lo demás.
A lo largo de la historia han existido injusticias en todos los sentidos. Lo sabemos, lo conocemos. No se pueden repetir los mismos errores.
Yo no quiero ser igual que un hombre, porque no soy un hombre, no puedo sentir como él. No por eso soy mejor ni peor. Simplemente soy una mujer. No me siento más mujer por leer un documento lleno de guiones para que aparezcan obligatoriamente los dos géneros. No me siento más mujer porque me manden flores el 8 de marzo y no me siento más mujer porque la sociedad aplauda que tenga un contrato de trabajo. Mi abuela también fue una mujer trabajadora, seguro que mucho más que yo, aunque no tuvo ningún contrato.

lunes, 18 de febrero de 2013

Hay que luchar

Estamos cansados. Cansados de que nos engañen. El pueblo tiene hambre, hambre de verdad. No sabemos qué es lo que está pasando. Continuamente salen a la palestra noticias de corrupción. Y me da pena. Me da mucha pena que haya personas que, pudiendo hacer el bien para su pueblo, aprovechen los cargos públicos para enriquecerse. Qué más se le puede pedir a la vida. Personas que tienen buenos sueldos, buenos trabajos, que lo tienen todo. Y quieren más, quieren lo que no les pertenece, lo que es del pueblo.
Y el pueblo lo está pasando mal. Tiene hambre de verdad, de soluciones. No tiene fuerzas para seguir tirando del carro cuando hay políticos que siguen culpándose unos a otros mientras su país se hunde. Sí señores, se hunde porque no hay quien lleve el timón.
Los españoles siempre hemos sido luchadores, pero ahora entramos en la apatía. Quizás por miedo, por sueño, por comodidad. No lo sé. Pero esto tiene que cambiar. Noticias sobre desahucios, sobre corrupción, sobre blanqueo, sobre personas que se tiran por la ventana por miedo a ver a sus hijos durmiendo debajo de puente.
Qué hay más duro para unos padres que no tener cómo sacar a sus hijos adelantes, qué hay más duro que querer trabajar y no tener un puesto de trabajo, querer ofrecerle a tu familia una vivienda y ver cómo te la arrebatan. Hay muchas injusticias, tantas que me duele mirarlas, que me duele ver la desolación y las lágrimas de los que sufren. Pero hay que luchar y dejar atrás los miedos. Hay que coger impulso y pelear.
Porque no se puede caer en esto. El pueblo tiene que luchar, exigir a sus dirigentes que luchen, que hagan su trabajo. Y el que sirva y demuestre que sirve para su puesto que trabaje, y lo haga duro. Y el pueblo que siga luchando, trabajando para levantar este país. Un país lleno de vitalidad, luchador, lleno de positivismo. Un país que sabe ganarse el pan. No podemos caer en la miseria porque algunos dirigentes no hayan hecho bien su trabajo. De esta crisis tenemos que salir y saldremos. Trabajar duro y buscar soluciones. Esto es lo que nos toca ahora. 

domingo, 3 de febrero de 2013

Gracias a 'Las Chaconas'

Gracias

Es de bien nacido ser agradecido. Son tantas las personas a las que tenemos que darles las gracias todos los días que no acabaríamos nunca. Una sonrisa responde con otra sonrisa, eso lo he aprendido a lo largo de la vida. Por eso me gusta tanto reírme, a veces incluso de mí misma.
Hoy le doy las gracias a 'Las Chaconas'. Pues quizás se sorprendan, pero se las tengo que dar. Son como una segunda familia. Unas mujeres sencillas, llenas de vitalidad, que allá por donde pasan dejan un ambiente de positivismo y de risas. Qué alegría da cuando te las encuentras por la calle una, dos y tres veces y te saludan todas las veces que te ven.
Pero las gracias van más allá. Y es que mi niño tiene tres abuelas. Sí si, tiene tres abuelas y una de ella lleva el apellido Chacón. Tengo que darle las gracias porque sé que quiere y mima a mi hijo como si fuera su propio nieto.
Siempre están dispuestas a ayudar al prójimo. Y es que son personas llanas, sencillas de las que quedan pocas.
Estamos acostumbrados a vivir en un mundo de apariencias, de envidias, del qué dirán. Pero ellas están alejadas de todo eso. Son mujeres humildes, sencillas y muy trabajadoras. Es lo que les ha tocado vivir. Quizás por eso son así, tan como ellas son.
A una de ellas, de las Chaconas, tengo que darle las gracias en espacial. Ella sabe por qué, o quizás no, porque hacen el bien casi sin darse cuenta. Pues le doy las gracias, porque ha conseguido, a pesar de los pesares, hacer mi vida mucho más sencilla, porque me ha abierto las puertas de su casa, nunca mejor dicho, y porque se adapta a mis circunstancias sin hacer preguntas. Por eso le doy las gracias y espero algún día poder compensarla por todo, porque sé que ella también ha luchado mucho en la vida, como lo hago yo ahora.
Pues eso, que si os encontráis a las Chaconas por la calle, sabed que son ‘pata negra’.
Y a ti, Noelia, que te voy a decir que no sepas, que tengo dos hermanas, una de sangre y otra de vida. Que gracias por ser como eres y por prestarme a tu familia y escucharme tantas tantas veces.