martes, 15 de noviembre de 2016

Una planta para La Pepa


Hay veces que sientes que todo es más difícil de lo que jamás hubieras imaginado. Lo ves todo cuesta arriba. Pero de pronto, me entran energías. No sé de dónde me vienen. Es como una adrenalina. Será cosa de la genética. Recuerdo que mi padre era muy así de subir y bajar, bueno más bien de bajar y subir, que no es lo mismo.
Pues ahí estoy yo, que no me permito estar mucho tiempo abajo. A los míos tampoco les dejo. Me lleno como de energía y la reparto. Por eso a veces soy un poco gritona, estusiasta. Es el canal por el que fluye mi mensaje. Siempre comunicando vibraciones.
Por eso me he enamorado de La Pepa. Porque está llenita de buena gente. De gente común, con mucho talento. Por eso pensando, pensando en qué le podía regalar (un regalo de los que a mí me gusta, de los que se hacen sin efemérides de por medio, un regalo de porque sí) he optado por una planta. Qué cosa hay más bonita que una planta. Tan verde, tan fresca, tan bonita. Que da tanto y pide tan poco, solo un poquito de agua. Pues ahí la tienes Pepa, una planta bonita para ti, bonita como tú y como los que la forman.